8 de marzo de 2012

manos tersas


(El arte no existe, son los papás.)

Encontré esta imagen hojeando los magazines sesenteros que mi madre –antes de ser mi madre– acostumbraba comprar. Al verla ahora pienso en una época dorada –diría platónica– de los magazines femeninos en México: se privilegia el aleccionamiento, la introducción de ciertos ideales, y no sólo la venta enloquecida de toda clase de productos. Esta imagen, nada menos, correspondía al spoiler de lo que sería un suculento número especial del magazine –que parece haber escapado de la avidez de mi madre por aquellas publicaciones, para bien o para mal– titulado La mujer moderna o La mujer ideal o cosa por el estilo.

Décadas después de ese encuentro, seguí recordando la portada de marras al grado de convertirse ésta en obsesión, más o menos por las fechas en que comencé a ganarme la vida mediante oficios y tradiciones del siglo diecisiete –pintando para otros, por ejemplo–. Me pensaba, más que un artista, un sujeto inmerso en la lógica de los magazines femeninos, de los que privilegian la venta enloquecida de cualquier cosa. Surgió entonces el proyecto de llevar esa imagen al óleo, enfatizando la manera anacrónica y perversa de implantar arquetipos mediante un panfleto. Hice en gran cuadro, digo, un gran formato; lo más prolijo que me era posible. Apenas mimesis, una copia manierista, sin vida de aquella portada. Tags: Óleo sobre tela, rémoras de la Historia.

En el proceso me fui dando cuenta que pintaba también una especie de retrato de mi madre. Y, en algún nivel, de mi padre, por extraño que parezca. Porque, es curioso, pero recuerdo más o menos así a la madre que tuve en la infancia. Y al padre que tuve en la infancia. (Hablo de cosas como que cada uno tenía su cocina –la de mi padre era un estudio lleno de óleos y telas y todo tipo de herramientas– y cada uno poseía sus recetas y sus libros y su manera de ser prolijos y ordenados.)

Esta es la pintura que hice, en memoria de esa Arcadia de manos tersas.

óleo sobre tela | 120 x 180 cm | 2007
Texto original en la imagen: "Un número especial de VANIDADES: LA MUJER IDEAL sabe de cocina, de arte, de belleza, de política, de economía ¡de todo! ¡y es amada porque también sabe amar! ¡YA ESTÁ A LA VENTA!"

15 de marzo de 2003

épica

poema de Carlos Becerra

Me duele esta ciudad,
me duele esta ciudad cuyo progreso se me viene encima
como un muerto invencible,
como las espaldas de la eternidad dormida sobre cada una de mis preguntas.

pintura acrílica sobre madera | 30 x 40 cm | 2003


Me duelen todos ustedes que tienen por hombro izquierdo una lágrima,
ese llanto es una aventura fatigada,
una mala razón para exhibir las mejillas.

pintura acrílica sobre madera | 20 x 30 cm | 2003


En estas palabras hay un poco de polvo egipcio,
hay unas cuantas vendas, hay un olor de pirámides adormecidas en el algodón del pasado,
hay también esa nostalgia que nos invade en ciertas tardes,
cuando la lluvia se enreda en nuestro corazócomo los cabellos húmedos y largos
de una mujer desconocida.


pintura acrílica sobre madera | 30 x 40 cm | 2003


Estuve atento a la edificación de los templos, al trazo de las grandes avenidas,
a la proclamación de los hospitales, a la frase secreta de los enfermos,
vi morir los antiguos guerreros,
sentí cómo ardían los ángeles por el olor a vuelo quemado.

pintura acrílica sobre madera | 30 x 40 cm | 2003


Me duele, pues, esta convocatoria inofensiva, esta novia de blanco,
esta mirada que cruzo con mi madre muerta,

pintura acrílica sobre madera | 30 x 40 cm | 2003


esta espina que corre por la voz, estas ganas de reír y llorar a mansalva,

el trabajo de ustedes, los constructores de la nueva ciudad,
los sacerdotes de las nuevas costumbreslos muertos del futuro.
Me duele la pulcritud inútil, la voluntad académica,
la cortesía de los ciegos,
la caricia torva como una virgen insatisfecha.

pintura acrílica sobre madera | 40 x 50 cm | 2003